Desde el 2 al 9 de febrero, el MEJ estuvo presente en los ejercicios espirituales de Provincia Jesuita ARU. Compartimos en comunidad 8 días en silencio, bajo la estructura de oración ignaciana.
Descubrimos el paso de Dios en nuestras vidas, en cada demostración de amor, personas y experiencias de los últimos años. A partir de esto nos sabemos amados. Fuimos creados para amar.
Nos encontramos con nuestras limitaciones humanas al tomar decisiones, que alguna veces salen desviadas de nuestro deseo de amar, y pueden herir. Una vez que tomamos conciencia de este margen de error, podemos ir más despacio y con mayor prudencia en la hora de tomar decisiones. San Ignacio ubica la raíz del pecado en una decisión de libertad. Muchas veces elegimos la soberbia. Al ser soberbios rompemos los buenos tratos, la fraternidad, el amor. Porque a los ojos de Dios, nadie está por encima de nadie.
Lo importante es que nos reconocimos frágiles ante Dios, y así nos dejamos salvar por Él. Dios es alegre misericordia. La alegría de la Misericordia repara nuestro pasado , celebra nuestro presente y transforma nuestro futuro. Nos transforma en una nueva manera de vivir. Sentirnos tan agradecidos nos lleva a preguntarnos ¿qué hice, qué hago, qué haré por Cristo?
Jesús nos llama desde nuestros deseos más profundos, no es ajeno a nuestra vida. Le interesa lo que nos gusta, nos hace brillar, lo que nos moviliza desde lo más profundo. Jesús toma esos deseos y los configura consigo y los lleva al horizonte del amor, al horizonte de la fraternidad, al horizonte del Reino.
Siempre escuchamos que somos instrumentos, y acá se entiende mejor. Se trata de ofrecer todo lo que somos no sólo al trabajo parroquial o en el MEJ o en la vida cotidiana, sino también estar con el Señor que desciende y se encarna en nuestro entorno para transformar y redimir.
En el caos de nuestro entorno, ya sea familiar, escolar, laboral, parroquial, y demás, Jesús se encarna. Lo supimos desde la Anunciación, que Dios elige lo insignificante, lo bajo, lo despreciado, para encarnar hecho hombre. Tenemos la certeza de que no importa cuál sea nuestra realidad, es ahí donde Jesús quiere nacer.
En nuestras comunidades MEJ es donde Jesús quiere seguir naciendo. Sabemos que nuestro misión como monitores no es fácil, y que para el servicio bien hecho es necesario crecer en sabiduría, estatura y gracia, como creció Jesús en su vida oculta. Crecer en sabiduría significa tener mejores relaciones afectivas, mejorar el autoliderazgo, conocer de más cerca el modo de vivir de Jesús. Crecer en estatura significa cuidar nuestra salud físicamente y mentalmente. Y crecer en gracia significa incorporar más la oración. «El corazón de la misión de la Iglesia es la oración» dijo una vez el Papa Francisco, es decir, si no nos encontramos con Jesús y el amor de Dios a diario, entonces ¿qué misión vamos a hacer?
A todo esto no lo vivimos como un mandato, sino más bien que desde nuestra libertad tomamos la decisión que se necesite desde el discernimiento. En donde tomamos contacto con dos banderas. Una es de la voz del padre, y la segunda la voz del tentador. ¿Cómo darnos cuenta cuál es cuál? Primero siendo lúcidos y audaces para detenernos antes de accionar, luego analizar los movimientos que nos están tirando de un lado y del otro. La prisa y las soluciones instantáneas suelen ser del tentador, mientras que si es de Dios, lleva su tiempo, su proceso, su esfuerzo y la cooperación humana. Está dirigido hacia el amor y la fraternidad, donde es un dar y recibir. El maligno todo lo absorbe y no devuelve nada.
¿Y para qué esta misión? Dios es el que obra en nosotros tanto el querer como el hacer. Todos estamos llamados a ser habitados por el Espíritu Santo y eso tiene consigo una radiación de frutos hacia todos lados. Como mejinos estamos llamados a dar testimonio del amor de Dios en nuestras vidas. Somos transformados desde el corazón por el amor de Dios, ¿cómo no se va a ver reflejado esto en nuestro entorno?
Sabemos que se presentarán conflictos a la hora de ponernos en acción, y también sabemos que no estamos solos. Jesús camina a nuestro lado, y si algo nos pesa, ahí estará Él también con su cruz, animándonos a asumir la nuestra y seguir adelante. La fecundidad de la cruz nos anima a no darnos por vencidos y confiar de que Dios hace nuevas todas las cosas.
Señor te ofrecemos todo nuestro trabajo en el MEJ, todo es tuyo para que dispongas a tu voluntad. Danos tu amor, danos tu gracia, que esta nos basta.